| Description de la cavité Historique des explorations Protohistoire-Cuivre-Bronze-Fer Situation, accès de l'entrée | Document texte | site Regio Cantabrorum | 31/03/2024 | La cueva o abrigo de El Puyo (Miera, Cantabria) es uno de los referentes arqueológicos de nuestra región en cuanto a necrópolis de incineración, concretamente de la II Edad del Hierro. Oculta entre la arboleda, ha visto pasar siglos y siglos desde su escarpada atalaya, manteniéndose apenas alterada hasta estas últimas décadas. En muchas ocasiones fruto del desconocimiento de la gente del valle del Miera, quienes la han utilizado para guarecer el ganado, o incluso como refugio en la Guerra Civil..y otros tantos que siendo conocedores del valor de sus entrañas y buscando algo más que abrigo, ha sido alterada sin vuelta atrás..una auténtica pena. Aun así, el estado del yacimiento es más que aceptable en nuestros días. Se encuentra ubicada en un pequeño valle al que se cree que dio nombre, en su ladera derecha y a un centenar de metros de altitud sobre el fondo del mismo. Se cree que el sobrenombre de "El Puyo" viene dado porque en el centro del abrigo nos encontramos con un enorme bloque de piedra que se encuentra rodeado por un amurallamiento de pequeñas dimensiones, a modo de asiento corrido que lo rodea. Existe la teoría bastante extendida de que el nombre de la cueva lo dio esta estructura y que por ser el elemento más llamativo y emblemático del entorno, también pasó a dar nombre al valle donde se ubica. Fue descubierta por Virgilio Fernández Acebo en el año 1976, notificando de inmediato su existencia al Museo Regional de Prehistoria, actual MUPAC, y entregando una pequeña muestra de materiales prehistóricos hallados en superficie además de varias fotografías de las estructuras en el abrigo y un croquis de su disposición. Años después, en 1981, la cavidad fue revisada por varios miembros del CAEAP quienes reafirmarían el carácter arqueológico de la misma. Pocos años después, miembros de este mismo colectivo, de la Sociedad de Espeleología del Seminario Sautuola (SESS) y el mismo Virgilio Fernández y Emilio Muñoz (como coordinadores de campo), comenzaron una intervención arqueológica que sacaría a la luz el carácter funerario del yacimiento, adscribiéndose sus túmulos a la Edad del Hierro y comenzando así un largo recorrido de excavaciones e intervenciones de gran calado. Como apunte a destacar, esta actividad fue financiada por el grupo SESS y por los propios participantes. Los citados resultados, junto con la potencialidad del yacimiento a nivel prehistórico (con un rico paleolítico en niveles superiores) serían publicados años más tarde por el Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología Prehistórica (San Miguel, Muñoz, Fernandez y Serna. 1991: 159-191). A mediados de la década de los 90, investigadores de renombre como Eduardo Peralta Labrador visitaron el yacimiento, coincidiendo su estancia con el único hallazgo metálico significativo conocido hasta nuestros días: Se trata de un fragmento de fíbula de torrecilla decorado (ver en la imagen). En los últimos años los miembros del gabinete de arqueología y gestión cultural GAEM Arqueólogos se han encargado de redactar la ficha a incluir en el Inventario Arqueológico de Cantabria (INVAC), quienes además detallaron que la cavidad se encuentra en un estado bastante estable respecto a décadas atrás. Quedan aún muchos interrogantes alrededor de la cueva de El Puyo, como por ejemplo donde se encontraba el asentamiento que la "nutrió" de túmulos y elementos funerarios. Tras la identificación del yacimiento se realizaron pequeñas salidas de campo que de un modo infructuoso no dieron con la respuesta buscada. Solo en la ladera opuesta de El Puyo se encontró un pequeño lomo y otros pequeños indicios de muros y estructuras antiguas, aunque no convencieron. Mucho queda por descubrir en torno a un enclave que durante un cuarto de siglo fue la única necrópolis de la Edad del Hierro conocida en Cantabria. Bibliografía: Castros y castra en Cantabria. (Edita ACANTO) El yacimiento La cueva de El Puyo (su boca en este caso) se encuentra orientada hacia el norte, circunstancia que unida a su inexistente control visual y a la ausencia de rallos de sol en la mayor parte del año hacen que sus condiciones de habitabilidad fuesen nulas en la antigüedad. Por el contrario, hacían de este inmenso abrigo el lugar idóneo para actividades de tipo religioso o funerario, como así fue. La superficie de todo el recinto, incluyendo el área exterior delimitada por muretes (tal y como se aprecia en la imagen), tiene un total de 1.500 m2. Al llegar al abrigo, se pueden distinguir perfectamente varias estructuras o elementos: - En primer lugar podemos observar la muralla exterior que separa el espacio boscoso del recinto en sí. No debemos de confundir esta estructura, inmediatamente anterior a la boca, con otro tipo de muros que encontramos ladera abajo y que todo indica que pertenecen a los propios cierres de las fincas adyacentes.
- Ya en el interior, en el extremo occidental, encontramos 3 pequeños recintos adosados en la zona más protegida del abrigo. Se trata de estructuras con paredes de caliza mampuesta que se levantan sin llegar al techo. En su interior, realizado tras vaciar el antiguo suelo paleolítico, se pueden apreciar varias montoneras de piedra, las cuales parecen ser fruto del derrumbe de las propias paredes. Todas estas estructuras disponen de puerta de acceso.
- En la misma vertiente Oeste, esta vez hacia el fondo del abrigo, se puede apreciar una pequeña estructura semicircular adosada a la pared con una diminuta puerta de reducidas dimensiones. En su interior se puede observar una pequeña urna delimitada por lajas verticales excavadas en la arcilla del suelo.
- Dirigiéndonos hacia el epicentro, nos encontraremos con un gran bloque de piedra natural rodeado por un murete de unos 0,8 metros de altura. Es el conocido “puyo” que le da nombre a la cueva.
- Repartidos por todo el yacimiento, unos 23 túmulos bastante fáciles de identificar más algún otro que por acción del hombre haya quedado destruido en el pasado. La forma de los mismos es circular en unos casos y oblonga (más largos que anchos) en otros, realizados todos ellos por acumulaciones de piedra caliza de varios tamaños. Los primeros tendrían entre 1 y 4 metros de diámetro, mientras que el mayor de los alargados tendría unos 6 metros en su eje mayor. La altura de los mismos es de lo más variopinta, siendo muchos de ellos apenas imperceptibles (a ras de suelo) y otros levantándose en torno a un metro.
Hallazgos materialesEntre los materiales encontrados, podemos hacer una pequeña división basada en si fueron hallados en superficie o en alguna de las intervenciones arqueológicas realizadas. - Materiales en superficie: Destacan algunos atribuibles a etapas paleolíticas, un fragmento de cerámica con decoración incisa con paralelos en la Edad del Bronce Medio y Final, restos cerámicos de la Edad del Hierro en menor número. También se encontró cerámica vidriada, aunque estos son atribuibles a épocas mucho más modernas. La gran mayoría de estos materiales fueron hallados en la primera etapa de las actividades arqueológicas, concretamente en su descubrimiento. Pero posteriormente se encontraron, para sorpresa de todos, otros restos de gran importancia. Destaca el hallazgo de tres colgantes perforados de concha marina que debieron formar parte de un collar. Se encontraron tras quedar al descubierto en uno de los túmulos excavados por la acción del agua de goteo procedente del techo, lavando la zona concreta donde estaban y sacándolos a la luz. Destaca también el fragmento en bronce de una fíbula (tipología de cubo o torrecilla) atribuible entre los siglos IV-III a.C. (Peralta y Ocejo 1996:46-47).
- Intervención en el túmulo central: En este sector dio una gran muestra de cerámica a mano, pudiendo clasificarla de la siguiente manera: 27 fragmentos de bordes lisos, 5 fragmentos de bases planas y 142 fragmentos de panzas o zonas sin determinar. Esto unido a los restos de huesos troceados y calcinados, incluso de animales domésticos, carbón vegetal, industria lítica y mineral de hierro, hicieron de este este sondeo un auténtico éxito para su posterior datación. Gracias a la datación por C14, dio una pudo adscribirse con precisión a la Edad de Hierro II.
- Otros sondeos: En otros sectores del abrigo, también se encontraron materiales relacionados con la industria lítica, como por ejemplo una azagaya de bisel atribuible al Magdaleniense Inferior.
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